En busca de los ÓPALOS perdidos:
Vamos a la mina El Redentor, en La Trinidad, a 17 kilómetros de Tequisquiapan.
La economía del pueblo se apoya en la minería, principalmente, así que no es extraño encontrar afuera de las casas, mesitas con ópalos a la venta, en bruto o montadas en trabajos de joyería artesanal y adornos. Los hombres de La Trinidad son los guías de este recorrido, ellos conocen el interior de la mina perfectamente. Las mujeres no participan en la extracción de la piedra porque la mina “se puede poner celosa” y dejar sin sustento a la población. Esa es una de las supersticiones que escuchamos mientras nos reparten los martillos caseros. En un vehículo todoterreno nos vamos serpenteando por la carretera. También está la posibilidad de hacer el recorrido en cuatrimotos.
Admiramos su paisaje semidesértico que en ocasiones nos muestra algunos puñados de árboles de encino y mezquite. El camino nos zangolotea por 20 minutos hasta que llegamos a Mina el Redentor. La existencia de esta mina se remonta decenas de años atrás. No tiene túneles, tampoco es profunda. Su forma es la de una cueva con pasillos cortos en donde están las vetas. La temperatura en el interior nos trata con amabilidad. El aire caliente del exterior se cuela por un boquete y el frío por otro, creando un microclima templado. Iniciamos la búsqueda y escuchamos la explicación al mismo tiempo. Pero antes, los mineros nos revelan que, la “ley local” d i ce que lo que encuentras es tuyo. Significa que puedes llevarte un souvenir natural a casa. Los mineros pasan gran parte del día buscando piedras. No es fácil. Es un trabajo que requiere de tiempo, paciencia y perseverancia, luego de práctica y por supuesto ingenio. Pero nosotros tenemos dos horas para aprender algunas características de los ópalos y las técnicas que se requieren para abrir las piedras y perseguir las vetas. Al encontrar una piedra se fragmenta fácilmente con el martillo. Sí, tiene un ópalo, pero cómo saber su calidad y valor. Se mide de acuerdo con el tamaño, la forma, la iriscencia y traslucidez. La iriscencia es la presencia de los colores del arco iris. En cuanto a la forma, Los ópalos se pesan en quilates. Cada quilate equivale a 200 mg. Pero el valor de la piedra dependerá de sus propiedades.
En busca de los ópalos perdidos El poblado de La Trinidad nos da la oportunidad y herramientas, para ser mineros por un día .
Los mineros exhiben y elaboran piezas en sus casas, con las piedras que recolectan. La vista debe estar atenta en todos lados y los martillos de punta fina bien sujetados en las manos. En el corazón de estas rocas se esconden ópalos, cuarzo y jadeíta. De ser simples turistas, nos convertimos en mineros. Vamos a la mina!!, en La Trinidad Tequisquiapan.
La existencia de esta mina está bajo el trabajo de Don Héctor Montes, No tiene túneles, tampoco es profunda. Su forma es la de una la ideal es aquella tipo gema, circular y redonda en la base. Dicen los mineros que los ópalos están compuestos de agua con silicio y su formación se dio con la filtración a través de las grietas de la cueva. Si bien un ópalo contiene los colores del arco iris, los más predominantes son blanco y todas las variedades del rojo. Vamos recolectando todas las piedritas que encontramos, si queremos podemos llevarlas a sus talleres para que las pulan y nos hagan con ellas, joyería o alguna figurita. El costo del trabajo va desde los 200 pesos. Dicen que el ópalo más grande que se ha encontrado en La mina, ha sido del tamaño de un limón, con un costo aproximado de 90 mil pesos. Después de dos horas es momento de regresar a casa.
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